Enviado a las 15/03/2008 23:41:01 | |
UNA MUJER SE ACERCA Una mujer se acerca y me pide un vaso de agua. Estábamos en el puerto de Nantucket. Es un sitio estupendo y maravilloso, igual que Zaragoza. Departíamos sobre la vida, en días de vino y rosas. Un hombre, llamado Poe, pasó y escribió algo en un papel. Al principio creímos que era de la policía, pero no, era el famoso escritor americano, ése que escribió tantos escritos matemáticos, analíticos y sobre problemas de ajedrez. Yo leía un libro de Alfonso X. La mujer miró a Poe pero me dio a mí un precioso, enorme y acariciador beso. Un beso que me volvió loco de amor. Divina en ese beso, te adoro, Dánae o Diana o Dorotea. Nunca olvidaré aquel beso. En la soledad de mis sábanas vacías, en las esquinas de mi ciudad, en las farolas de Londres o de Antuerpia, en Mastrique o Zurich, en todas partes te busco y te encuentro, desolación de la casa de Usher, de mis días y mis noches: mi divina diosa de la Sonrisa. Pero Poe siguió escribiendo, yo seguí navegando y vinieron muchos siglos, muchas épocas y muchos cielos y muchas tierras… Pero eso me lo contó la pipa, no la de Kif, no la del Capitán Kidd, sino de Rudyard Kipling, o la de Cervantes, o la de Francis Drake, o la de Philip Marlowe. Splinter van Hargen (Traducido por D. Góis, Editado por E. Schets y Basado en una comedia de Fernando de Rojas) |
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martes, 12 de enero de 2010
UNA MUJER SE ACERCA
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