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martes, 23 de marzo de 2010

NO ERA UN MAPACHE CUALQUIERA (Al amigo Cualquie)

Enviado a las 22/06/2008 14:23:50
NO ERA UN MAPACHE CUALQUIERA (Al amigo Cualquie)
NO ERA UN MAPACHE CUALQUIERA... (Historia de ficción sobre una mascota de la vida real. Con permiso de Cualquie y dedicado a su grandeza de corazón)

1.
Eran las seis de la tarde de una tarde de hace pocos días. Cualquie estaba en su casa, ya sabéis, esa en la que las tormentas se cargan los malditos ordenadatas (¡vaya mala suerte, pu… tormenta!), cuando se le ocurrió salir al jardín.
Respiró aire puro, miró a esas nubes hinchadas de viento del cielo, suspiró recordando tiempos y rostros de su infancia, y de pronto, como un relámpago en su mente, presintió que algo no funcionaba bien.
Algo no estaba donde debía de estar. Algo. Pero ¿qué? Aparte de la política, las secadoras, las mujeres, la vida… En fin, aparte de todo lo que no funciona bien o lo que no está en su sitio en el mundo, es que Cualquie echaba de menos algo.
Observó con atención: el perro ladró. Y en su ladrido pareció decir ‘¡FALTA EL MAPACHE!’. Cualquie acarició el perro y fue a comprobar si estaba o no el mapache. En efecto, el mapache había escapado. ‘Esto sólo me pasa a mí’, se dijo Cualquie, pensando para sí en su mala suerte.
Pero lo que le vino luego a la cabeza fue la cara de su hijo, que tanto quiere al mapache, la cara de su hijo echándole una mini bronca por haberlo dejado escapar.
Resuelto, aunque él diga que es distraído, se fue para el salón de casa, agarró el teléfono y marcó un número:
-Ace Ventura, ¡dígame!
-Usted es un detective de mascotas, ¿verdad?
-En efecto, señor, ¿en qué puedo ayudarle?
-Mi mapache se ha escapado.
-¿Cómo se llama?
-Cualquie.
-No, usted no, digo que cómo se llama el mapache.
-El mapache también se llama Cualquie…
-¡Ah, pues vaya! ¿Cuándo lo vio por última vez?
-Esta mañana, a eso de las ocho.
-¡Ah! Bien, pues mándame una foto a la calle Jácome Trezzo, 13, ático Z, y pronto tendrá el mapache de nuevo en casa, querido señor don Cualquie.
-Oiga, ¿no se estará usted cachondeando de mí, no?
-No, señor. Vivo en Jácome Trezzo, 13… Y soy el mejor, de veras, el mejor detective de mascotas de Madrid y del mundo.

2.
Tres días después, de nuevo en su casa, un atribulado Cualquie estaba viendo tranquilamente la tele cuando recibió una llamada.
Era Ace Ventura. ‘No, el mapache aún no ha aparecido, pero no pierdo la esperanza de…’ En ese momento, mientras Cualquie escuchaba la estridente voz de Ventura, vio que salía en TV la noticia del Congreso del PP en Valencia.
Cuál no sería su sorpresa cuando, como de la nada, entre Rajoy, Aznar, Fraga y otros dirigentes del PP, surgiendo de debajo de la mesa, se vio la naricilla amable, feliz y respingona del mapache de Cualquie. ‘No me lo puedo creer: ¡mi mapache es del PP! ¡Es un compromisario del PP!’. Ipso facto le dijo a Ventura:
-Es usted un charlatán. Estoy viendo a mi mapache en la tele ahora mismo. ¡Está en Valencia!
-¿Cómo coño ha llegado a Valencia si yo he estado siguiendo un mapache igual al suyo por el Manzanares, junto al Vicente Calderón?
-Pues porque es usted un gilipo… ¡Ya se puede ir usted a la… M-30, ‘gran detective de mascotas del carajo’!
-Oiga, espere, ¿cómo es posible? Pero si los mapaches no saben conducir en moto…
Cualquie colgó a Ventura en ese mismo instante. Cogió lo necesario, dejó una nota a su hijo, abrió la puerta del coche, lo arrancó y se fue a Valencia.

3.
Durante el viaje de regreso, Cualquie miraba al mapache enternecido. Éste también le correspondía con unos ojos reidores, pero apenas cruzaron palabra. Cualquie le había echado una bronca, pero sin usar palabras groseras, porque, a pesar de todo, le tiene afecto, le profesaba cariño y amor a su querido mapache.
Llegaron a casa. Cualquie cogió en brazos al mapachito, a su Cualquito, y le dijo:
-Te perdono el que te hayas escapado. Pero, dime la verdad, porque sólo una cosa me inquieta: ¿has votado a favor de Mariano Rajoy o no?
El mapache gimió, se puso triste y, con el más puro acento mexicano, dijo:
-No, papasito. Me entristece tanto lo que pasa en mi partido, que solo fui a Valensia a morderle a Rajoy en los co…
-¡Cojines, niño! No seas mal hablado.
-Estoy tristoso por no haberlo logrado, papasito. Se interpuso Asnar y ya sabes que a éste le tengo apresio…
-No muerdas a nadie, a nadie.
Y le pasó la mano por el lomo, acariciándolo con ternura.

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