CARTA SIN TIEMPO (a Don Antonio Prieto Martín, con afecto)

Enviado a las 12/03/2008 00:03:29

Carta sin tiempo Novela de Antonio Prieto Martín, Maestro, genio, amigo “Al hilo de algunos acontecimientos de estos días”          Tanto tiempo hace de aquel viejo caso, que uno ya no lo recordaba… Andábamos universitariamente por Italia, Micer A. Pietro ‘Bembo’ y yo, su fiel amigo Melanio, cuando, en la Fiesta del Bucentauro, que allí celebran mucho en agosto, nos encontramos con el Embajador, D. Diego. Hurtado de Mendoza iba presto, veloz y esclarecido en pos de una tal Doña Marina de Aragón, mujer de la cual no puedo hablar por temor a que el propio Don Diego se enfade conmigo. El bueno de Prieto ‘Bembo’ acudió a la llamada de nuestro mejor embajador. Hacía un tiempo espléndido, pero Venecia olía mal, apestaban los canales y, sin embargo, la ciudad, bajo la mirada del león de San Marcos, parecía la ciudad más hermosa, familiar, extraña y decadente de Europa. Don Diego y Prieto se estuvieron intercambiando poemas de admirable factura. Uno empezaba así: “Ser vieja y arrebolarse, / ¡no puede tragarse…!”. El de Prieto, aún más perfecto, decía: “Aldo Manuzio, Poggio Bracciolini, / en mi fusión tan mítica, don Diego…”. Y yo les escuchaba encantado.  Pasó una hermosa dama, doña Sol de la Vega, y a los tres, tan ufanos de nuestros poemas y sátiras, nos dejó asombrados, mudos, en silencio. Don Diego se rascó la barba y se fue sonriendo.  Prieto me sonrió, se caló el chapeo y, prestándome un par de libros (del Aretino a la Gaspara Stampa, con algunas facecias incluidas, amén de un volumen de un tal Valdés), me dio permiso para requebrarla. Y yo, tan vergonzoso, miré al soslayo, me fui tras ella, hermosa como ninguna y no petrosa, mujer de quien me gustaría decir lo que aún nadie haya dicho todavía, la seguí por entre la ribera del Gran Canal, nos fuimos juntos y en el aire sonó una voz, como de campana, que nos decía: ‘nada…’