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lunes, 2 de abril de 2012

VACACIONES EN EL MAL (y III)

Enviado a las 21/09/2010 20:03:18
VACACIONES EN EL MAL (y III)
VACACIONES EN EL MAL
(Tercera y última parte)
V
Los aviesos Candidov y Toxinski llevaron al profesor Ruperto McPherson a la sala de máquinas, confiando en que allí nadie los localizaría. Bajaron por un montacargas y llegaron hasta la ruidosa sala de máquinas (tragaperras) del “Golden Paradise”. Ellos no se lo esperaban, pero una sombra agazapada salió a su encuentro y les interpeló:
-Esbirros, ¿es ese el profesor McPherson?
-¡¡¡Pero si es el nuevo Jefe de KAOS!!! -gimió Toxinski, aún con los mofletes colorados por la bofetada de Candidov.
-No sabíamos que anduviera usted por aquí, Jefe -dijo el “Oso” Candidov. -¿Es que no se fía usted de nosotros?
-Pues no mucho, la verdad. Atad y amordazad a McPherson para que no pueda moverse cuando se despierte. Mañana saldremos del barco en una lancha motora de KAOS. Sólo hay que aguantar esta noche. ¿Os ha seguido alguien?
-No, Jefe. No hay agentes de CONTROL en la costa -aseguró Toxinski, tartamudeando.
-¡¡¡Error, Toxinski!!! -gritó una voz a sus espaldas.
El Jefe de KAOS cogió el cuerpo inerte de McPherson y corrió a esconderse detrás de una gruesa tubería. Candidov y Toxinski estaban sorprendidos y desconcertados.
-Hay aquí dos agentes de CONTROL que os han seguido el rastro, así que... ¡levanten las armas y tiren las manos! -gritó Maxwell Smart, superagente 86, escoltado por la 99.
-¡Al revés, Max! ¡Tiren las armas y levanten las manos! -dijo la 99, con un gesto de reproche para Max.
Candidov y Toxinski arrojaron al suelo sus armas automáticas y alzaron las manos. La 99 los ató, mientras Max husmeaba por la sala de máquinas.
-¿Cómo nos han encontrado tan rápido? -preguntó Candidov.
-Gracias a una llamada de nuestro colega, el agente Telesfor Weny, experto en embarcaciones. -respondió la 99.
-Algo falla aquí, 99. -susurró Max. -Tenemos a Candidov y Toxinski, los sindicalistas del crimen, pero... ¿dónde demonios está el profesor?
VI
Una voz resonó entre el ensordecedor ruido de las tripas del barco. Una voz horrísona, sardónica y malvada:
-¡¡¡El profesor está en mi poder, señor Smart!!! Está vivo pero inconsciente. Si se acercan a dos metros de mí, el profesor pasará a mejor vida...
-Pues me acercaré ahora mismo -dijo Max-, para que el profe se lo pase mejor en esta vida.
-No le has entendido, 86 -musitó la 99. -Lo que ha querido decir es que, si nos acercamos, le matará.
-¡Qué bandido! Por cierto, ¿quién es usted? -vociferó Max.
-¡Soy el nuevo Jefe de KAOS! Mañana el profesor McPherson y yo saldremos del barco y luego lo venderé al mejor postor. No se atrevan a entorpecer mis planes...
-¿Ves dónde está, 99? -susurró Max.
-No, pero detrás de esa tubería me ha parecido ver una pluma de ave, como de pavo real o de faisán... -dijo la 99.
-Debe de ser el sombrero del Jefe de KAOS. Le dispararé al techo, la bala rebotará y le dará en los hombros, 99.
-¡No lo hagas, Max! Es muy peligroso...
-Tranquila, muchachita. Y luego te daré le beso que antes te rechacé, no sea que pienses que soy un mariposón.
-¡No, Max, es muy fácil que yerres el tiro!
-No lo “yerraré”, 99. Ahí voy... -Max guiñó un ojo, apoyó su pistola beretta en el antebrazo, apuntó, disparó y...
VII
Al día siguiente, en el despacho del Jefe, sito en el Cuartel General de CONTROL en Guachintón, los agentes Maxwell Smart y 99 fueron a reportarle su informe sobre el caso del profesor McPherson. Después de comentar el informe, el Jefe sacó unas copas de vino, y charlaron un rato.
-¿Qué tal se encuentra el profesor, Jefe? -preguntó Max, mientras encendía un purito.
-Bien, gracias a Dios. Tuvo suerte. La bala que disparaste para detener al nuevo Jefe de KAOS tan sólo le hirió al profesor en un brazo. Los médicos han dicho que se pondrá bien. Lo que sí fue una suerte es que la bala, antes de darle al profesor, rompiera una red del techo de la sala de máquinas y le cayera encima al pérfido Jefe de KAOS.
-Podríamos ir a visitar al profesor al hospital, ¿no cree, Jefe?
El Jefe puso cara de rotunda desaprobación y dijo:
-Mejor que no. Pienso que no tendrá ganas de verte, Max...
-Por cierto, Jefe -intervino la 99-, ¿quién era el nuevo Jefe de KAOS? No era Sigfried, ni Shtarker, ni La Garra. Ni Max ni yo supimos reconocerle. ¿De quién se trataba?
-Tampoco yo lo he sabido -contestó el Jefe- hasta esta misma mañana, en que la Interpol y la Europol nos ha mandado una telefoto suya. ¡Se trata del malvadísimo Alfred P. Rub Al Caba, conocido por sus sombreros con pluma de faisán y su artera forma de dirigir KAOS con la red de espías llamada SITELELE...! Pretendía vender al profesor McPherson por una astronómica suma de dinero y con ella reflotar KAOS.
-¡Cayó en nuestras redes, jejeje...! Y menos mal que no consiguió reflotar nada y lo mandamos a pique, ¿no es verdad, Jefe?
-Sí, Max. Les felicito a los dos por el éxito de esta misión. El tal Rub Al Caba se pasará una temporadita a la sombra...
-Pues no está mal, con el calor que va haciendo ahora.
Max y 99 salieron del despacho. Junto a la cabina de teléfonos por la que se accedía al Cuartel General, 99 paró a Max y dijo:
-Max, ¿no se te olvida algo? -susurró melosamente, esperando que Max recordara que le debía un beso.
-Ah, sí, 99, ¿cómo he podido olvidarme?
Max se acercó a 99 y, cuando parecía que iba a abrazarla, le dio a un interruptor, diciendo:
-Antes de salir del Cuartel hay que apagar las luces. ¡Gracias por recordármelo, 99, que hay que ahorrar!
FIN DE “VACACIONES EN EL MAL”

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